La semana pasada barrí del techo de mi casa un montón de moras que habían caído del árbol. Pensé en tirarlas a la basura, pero desde esa altura vi las gallinas de mi vecina Luisa. Puse las moras en una bolsa y las colgué de la medianera pensando en que le correspondía a Luisa dárselas a sus gallinas. Al día siguiente apareció luisa en casa con un frasco de dulce de moras.
Y yo sigo buscando la llave de una puerta que no existe... que tonto.
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