miércoles, 22 de junio de 2011

Lorraine y los días grises

Te despiertas y es uno de esos días grises, tú sabes, uno de esos en los que no parece haber un cielo y no puedes ver de donde viene la luz, sí uno de esos días donde tus huesos pesan más y te duelen las rodillas y las viejas heridas te recuerdan que alguna vez fueron nuevas.
Entonces, tu sabes, levantas tu cabeza de la almohada diciendo "demonios, otro día maldito de semana", tu sabes, otro día burgués en la oficina frente al teclado. Y tus pies están fríos, pero no tanto como el piso de la habitación, y los arrastras hasta la cocina porque lo único que piensas es en un café humeando entre tus manos. Enciendes la maldita Tv y demonios es tarde no hay tiempo para un café. Tomas tu abrigo y son las 7, te espera un jodido largo día, ya perdiste tu desayuno y el bus acaba de pasar. Comienzas a pensar que tal vez deberías haberte quedado en casa, tú sabes, y comienzas a caminar arrastrando los pies bajo la lluvia que comienza a caer. Estás a punto de mandar todo al demonio, tú sabes, dar media vuelta y volver a la cama, entonces piensas en ella "Oh! Lorraine!" en sus esponjados y dorados cabellos, en sus ojos azules, en sus carnosos labios carmesí. Y Tú sabes, dejas de arrastrar los pies, y sale el sol y de pronto notas como son tus pies los que comienzan a arrastrarte a ti.