
Nos estabamos besando apasionadamente, me separé para mirarla a los ojos; tomé su cara entre mis manos y con mi frente rozando su frente pregunté:
-¿Por qué sos tan hermosa?
- Para no irme nunca más...
... Desperté temblando y no volví a soñar.
Nadie sabe lo que pasa por mi mente... pienso mil palabras, digo cien, escribo diez y por cada una de las diez quiero gritar otras mil... más o menos.